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Las competencias docentes:

Una aproximación y contextualización

 

En la mayor parte de los países del mundo se están presentando reflexiones profundas acerca de sus sistemas educativos, preguntas, como las siguientes, están siendo muy comunes: ¿Cómo mejorar la calidad educativa?, ¿qué es lo más relevante que la escuela debe generar como aprendizajes?, ¿cómo debe ser la formación de los profesores en estos tiempos con el avance de la ciencia y la tecnología?, ¿cómo la escuela debe atender las más diversas necesidades de los alumnos?, ¿cuál es el rol de la escuela cuando ya no es el único centro o institución que ostenta el conocimiento, ahora que los libros y el conocimiento presentan una velocidad de evolución tan acelerada? ¿Qué competencias son las que la escuela debe formar en los alumnos y en consecuencia, qué competencias deben caracterizar al maestro de este nuevo siglo? Las respuestas a estas preguntas han ido progresivamente encontrándose según sea el nivel de interés y compromiso que se tenga con la educación en los distintos países y la inversión que para el efecto se tenga prevista.

 

No está demás señalar que todos mencionan que desean una educación de calidad, como la base del desarrollo de los pueblos, esto es común escucharlo en los discursos políticos cuando se desea acceder al poder, en muchos casos sólo queda en discurso. Estamos claros que en el tema de la calidad educativa existen muchos factores que intervienen, tal el caso de la infraestructura, laboratorios, servicios, textos, mobiliario, formación docente, etc. Sin embargo se coincide en el sentido de valorar que la formación de los docentes es el factor más influyente en los procesos que generan educación de calidad.

Por lo anterior, la formación del docente, debe presentar condiciones y características así como competencias que le permitan desarrollarse con total congruencia en este mundo tan cambiante.

Partimos de la idea que en educación al igual que en otros campos, existen tendencias, que cobran forma y sentido según la época. De igual manera surgen temas, teorías, corrientes y enfoques que se presentan relevantes según las circunstancias y momentos de la historia.

Hace algunos años en educación se hablaba de la adecuación curricular y todo giraba en torno de eso, se introdujeron términos diversos que respondían a dicho enfoque. De igual forma se le dio énfasis en alguna época a la planificación con objetivos educacionales en forma operacional, conocidos como objetivos operacionales, también surgieron los objetivos de aprendizaje. Costó en cada momento arraigar dichos enfoques, algunos tuvieron éxito, otros sólo fueron buenas intenciones. Temas como ejes trasversales, programación procedimental entre otros fueron comunes en alguna época. En los casos en que las teorías o enfoques de moda se implementaron, algunos profesores se casaron con estas corrientes y ha sido difícil o imposible cambiar a otras. Como sistema educativo el nuestro, cuando las corrientes han perdido impacto y viene otro enfoque o corriente educativa, nosotros tan sólo estamos iniciando la implementación o comprometiéndonos en la que esta yéndose. Muchas de estas corrientes las empezamos a usar luego de un forcejeo con la autoridad o con nosotros mismos, pues ya nos hemos adaptado a una realidad que no queremos dejar. Lo cierto y real es que cuando nosotros empezamos a usar esas corrientes ya en otros países se han despojado de ellas. Eso sucede muy frecuentemente en nuestros sistemas.

Actualmente se habla de un currículo por competencias, obviamente, se insiste en la necesidad de planificar y evaluar en esa dirección, sin embargo, considero que en nuestro medio todavía falta bastante terreno por recorrer en este ámbito, empero hay necesidad de generar en todo el sentido de la palabra las acciones que correspondan para hacer un verdadero cambio de paradigma educativo en donde el enfoque por competencias sea un aspecto básico a incluir en el sistema educativo, pasando de ser sólo un tema de moda, a ser un tema relacionado con un nuevo modelo educativo.

Estamos totalmente claros entonces, que la formación docente es un factor fundamental en el proceso de enseñanza aprendizaje, probablemente el que más influye, de esa cuenta, el tema de su formación inicial y continua constituyen componentes de urgente reflexión, especialmente porque se hace necesario que exista claridad desde el inicio de su formación en las instituciones responsables de la misma, de desarrollarle las competencias necesarias para que su desempeño sea el esperado y el necesario ante la realidad que le corresponda enfrentar. De igual manera se hace imprescindible que los docentes en servicio logren desarrollar esas competencias en dirección a mejorar el trabajo que actualmente desarrollan.

Debemos tener claridad en cuanto a las distintas fases o etapas que los docentes presentan durante todo el periodo en que viven laboralmente su profesión, regularmente ejercen su profesión durante un periodo largo, Marcelo (2010) y Vaillant (2009) señalan que los maestros ejercen de 30 a 40 años. Y está fuertemente marcada en los cinco primeros años, esta etapa es clave pues es ahí donde el docente construye su cultura de trabajo. Según Day, et al, (2009) indica que el ejercicio profesional, muestra cambios significativos según la etapa en la vida profesional. Los primeros tres años de trabajo marcan una etapa de fuerte compromiso, en la cual resulta clave el apoyo de los directores y supervisores. Entre los 4 y 7 años se ingresa en la fase en la que los docentes construyen la identidad profesional y desarrollan la eficacia en el aula. Luego entre los 8 y los 15 años aparece una etapa en la que surgen tensiones crecientes y transiciones en la cual algunos docentes ocupan cargos de responsabilidad y deben tomar una serie de decisiones acerca del futuro de su carrera. Cuando los docentes alcanzan entre los 16 y 23 años de vida profesional, se inicia una fase en la que surgen problemas tanto en la motivación como en el compromiso. Más adelante cuando llegan a los 24-30 años de actividad, surgen mayores desafíos para mantener la motivación. Finalmente con 31 años o más de actividad, la motivación desciende notoriamente debido a la proximidad del retiro y jubilación.

Estas conclusiones y evidencias que los autores nos aportan, con relación a la vida profesional de los docentes deben ser tomadas en cuenta en acciones que planteen los sistemas educativos, en virtud que el docente es uno de los actores fundamentales dentro de dichos sistemas, y articularmente en el caso que nos ocupa constituye una referencia importante.

Por lo tanto cuando se planifique la formación de docentes hay que tener muy en cuenta esa realidad en la vida profesional del docente y a partir de ella generar las acciones que permitan una mejora sustancial en el desempeño de estos en el aula, puesto que si prevemos que esa realidad enfrentan los docentes podremos desarrollar programas que les ayuden a enfrentar la realidad y crecer de manera que la motivación mejore así como el desempeño.

Las competencias actualmente han incursionado en todos los ámbitos y la educación no ha sido la excepción, en términos generales se habla de competencias para la vida, competencias laborales, competencias profesionales, competencias docentes, competencias educativas entre muchas otras clasificaciones. Previo a abordar el tema de las competencias docentes, presento un esbozo de las competencias desde su concepción y definición, pasando por las competencias en educación y finalizo en las competencias en los profesores. Luego genero una particular reflexión sobre las competencias en los profesores como una condición básica actual en los sistemas educativos que buscan la excelencia.

Empecemos por darle una mirada a la definición de competencias, existen diferentes formas de definirlas.

Veamos algunos autores y la definición que presentan:

Tobón, Sergio (2008), procesos complejos de desempeño con idoneidad en determinados contextos, integrando diferentes saberes (saber ser, saber hacer, saber conocer y saber convivir), para realizar actividades y/o resolver problemas con sentido de reto, motivación, flexibilidad, creatividad, comprensión y emprendimiento, dentro de una perspectiva de procesamiento metacognitivo, mejoramiento continuo y compromiso ético, con la meta de contribuir al desarrollo personal, la construcción y afianzamiento del tejido social, la búsqueda continua del desarrollo económico-empresarial sostenible, y el cuidado y protección del ambiente y de las especies vivas.

Las competencias son entonces utilizadas en distintos campos, y por lo tanto se clasifican de (2003) plantea que: “el concepto “Competencias” ha evolucionado de acuerdo a su uso”.

De esa manera se escuchan distintas clasificaciones con relación a las competencias sin embargo como la más común es la siguiente:

  1. Las Competencias clave(1)
  2. Las Competencias laborales
  3. Las Competencias profesionales

(1) Las competencias clave también son llamadas “Competencias Básicas” y “Competencias básicas para la vida” en el marco de varias reformas educativas, como la planteada por el Ministerio de Educación de Guatemala.

Con base a lo anterior pueden elaborarse otras clasificaciones sin embargo para nuestros efectos consiguientes hemos adoptado la clasificación siguiente:

  1. Comunicación en la lengua materna
  2. Comunicación en la lengua extranjera
  3. Competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología
  4. Competencia digital
  5. Aprender a aprender
  6. Competencias interpersonales y cívicas
  7. El espíritu emprendedor
  8. Expresión cultural

La anterior clasificación fue utilizada por la comunidad europea en el progress report del working group on languages (Parlamento Europeo y Consejo de la Unión Europea).

Las competencias laborales, pueden definirse y clasificarse así:

G. Bunk (1994), sostiene que las competencias laborales son también llamadas competencias críticas y en inglés: Core Competencies, y las define como aquellas que posibilitan desarrollar un desempeño exitoso en diferentes contextos. Las divide en:

  1. Competencia técnica
  2. Competencia metodológica
  3. Competencia social
  4. Competencia participativa

Leonard Mertens (1996.) establece que las competencias laborales se pueden dividir en:

  1. Competencias genéricas
  2. Competencias básicas
  3. Competencias específicas

Las competencias profesionales se definen de acuerdo a lo que se realiza en un determinado puesto de trabajo. Prieto (1997) las clasifica en tres tipos:

  1. Las competencias observables y medibles o competencias de índole objetiva
  2. Las competencias percibidas y atribuidas, de índole subjetiva
  3. Las competencias contrastables y certificables o de índole institucional

Existe otro factor que le da contenido y sustento a las competencias y consiste en el enfoque o modelo en el cual se basan, esto le da contenido y sentido veámoslo.

Hay tres enfoques que originan los diferentes tipos de competencias: conductista, funcionalista y constructivista.

El enfoque conductista. Plantea que depende de la tarea, así se definen las competencias a desarrollar. Este enfoque es el más atractivo en el ámbito laboral.

En el enfoque funcionalista, las competencias se centran en el resultado que se espera lograr, no se centra en cómo se hace.

Desde el punto de vista constructivista las competencias establecen como punto de partida tanto a las personas con sus posibilidades, objetivos e intereses como al entorno social, cultural, laboral, etc. con el que se relacionan en función de generar conjuntamente los procesos de aprendizaje y desarrollo humano.

El marco de referencia anterior nos plantea una mirada general de lo que las competencias son, sus clasificaciones y su enfoque, todo esto como una brevísima presentación y ajustándola como base a lo que tendría que hacerse en la educación puesto que esta no ha quedado fuera de las competencias.

Los sistemas educativos de países avanzados están realizando sus reformas en función de las competencias, los currículos de los distintos niveles están transformándose en esa dirección.

De esa cuenta se considera fundamental previo o paralelo a cualquier proceso de cambio, que la formación de docentes es importante para la implementación de una mejora o reforma de este tipo. Lo anterior hace indispensable que los docentes que se están formando y que ingresarán al sistema educativo, cuenten con una formación basada en competencias, asimismo los que trabajan en el sistema educativo se les desarrolle a través de programas especiales, de formación continua, las competencias docentes básicas para el desempeño de su trabajo.

Históricamente las competencias surgen entre los años 60 a los 80 como una respuesta a la necesidad de satisfacer las demandas laborales. El inicio de esta corriente está marcado por la globalización. Años más tarde se empieza a relacionar el término y el enfoque a la educación como elemento fundamental de un nuevo paradigma.

Mejía Brenda (2012) La década de los noventa, como habrase visto, se caracteriza por el “boom” pedagógico, es decir, por el surgimiento de proyectos de reforma curricular a gran escala y por la búsqueda o adaptación de modelos académicos que respondan a determinadas demandas educativas. En gran medida, los proyectos se enmarcan en políticas educativas que surgen en el contexto de la globalización de la economía, los tratados de colaboración y comercio internacional, la búsqueda de la certificación y homologación de programas educativos y profesiones o la definición de estándares nacionales e internacionales referidos a la formación y ejercicio profesional, así como a la descentralización de los sistemas educativos nacionales.

La Organización Internacional de Trabajo. (1999), empieza a considerar la necesidad de individuos competentes para la sociedad productiva.

En educación a mitad de los años 90 se empieza a mencionar términos como guías curriculares, formación por competencias, ejes transversales, programación didáctica y otros. Se inicia en esa época en Guatemala el famoso proceso de adecuación curricular que genero mucha polémica y que finalmente no obtuvo los logros esperados.

Díaz Barriga Arceo, Frida y Rigo, Leimi (2002), establecen que el enfoque por competencias en la educación apareció a fines de los años sesenta, relacionado con la formación laboral en los ámbitos de la industria. Su interés fundamental era “vincular el sector productivo con la escuela, especialmente con los niveles profesional y la preparación para el empleo”. Indica Díaz Barriga, (2006), que las competencias en el ámbito de la educación se inician a mediados de la década de los noventa cuando se habla de formación por competencias, planes de estudio basados en competencias, propuestas educativas por competencias y otros.

Puede concluirse en este aspecto que como parte del capitalismo aparecen las competencias como componente básico de la producción ya que por medio de ellas podría obtenerse como resultado la formación de mano de obra calificada.

Es de tomar en cuenta que a pesar que las competencias entran al mundo de la competitividad en la empresa y el capital, las mismas pueden contribuir a la formación de personas efectivas, productivas, pensantes, creativas, con un razonamiento lógico desarrollado, que busquen trasformar la realidad en que se desarrollan, propositivas, capaces de llevar a la práctica situaciones concretas, en otras palabras que sepan hacer las tareas para las cuales fueron preparadas.

En la formación de profesores, las competencias constituyen un aspecto básico para cambiar lo tradicional y caduco que es actualmente el proceso formativo de los maestros y de esa cuenta aspirar que con ello se obtenga una formación distinta que se centre en el desarrollo de habilidades y destrezas. Por tal motivo en diversos países trabajan por trasformar la formación inicial en la dirección del desarrollo de competencias y al mismo tiempo diseñan programas de formación continua que permitan que los profesores en servicio alcancen esa formación de la cual carecen y que en estos tiempos se presenta imprescindible.

Weiner, Bernard (2004), determina que al hablar de competencias en el ámbito de la educación, implica hacerlo desde dos vertientes: la primera, desde la perspectiva de las competencias a  desarrollar durante el proceso de formación de los alumnos, y la segunda, desde la perspectiva de las competencias docentes, como prerrequisitos necesarios accesibles a un individuo o un grupo para responder de manera satisfactoria a exigencias complejas.

Lo anterior nos demuestra que los maestros no solo tienen que poseer competencias profesionales sino que deben trabajar arduamente para lograr que sus alumnos desarrollen competencias especiales que les permita desarrollarse en la vida en distintos circunstancias que este les presente.

Por lo tanto, las competencias docentes deben ser motivo de análisis y estudio integral, no deben ser motivo de análisis aislado, puesto que debemos tener claro que en la formación de un alumno competente participan sin lugar a dudas docentes competentes.

Tratando de llegar a un acuerdo en estos aspectos se puede señalar que cuando hablamos de formar personas que se desarrollen integralmente y que actúen como ciudadanos responsables en su entorno, se habla de competencias para la vida, mientras que si hablamos de personas que formadas como profesionales se desempeñen con eficacia y eficiencia en lo que fueron preparadas, en ese caso se habla de competencias clave.

Como es sabido las competencias son un aspecto que se ha presentado ya en los distintos campos del conocimiento, y siendo la educación un ámbito básico en la sociedad no ha quedado exento, por tal motivo los docentes deben recibir una formación que les habilite para enfrentarse a la incertidumbre, a lo dinámico del conocimiento actual y al desarrollo tecnológico el cual es vertiginoso y cambiante, situación que hace que los profesores y alumnos mantengan una amplia y variada forma de enfrentarse a esa realidad.

El ministerio de educación de Colombia (2004) señala…En el modelo de educación por competencias el profesor se convierte en facilitador del aprendizaje y el alumno en constructor de su propio conocimiento a partir de su propia voluntad, buscando que el estudiante tenga como base aprender a aprender siendo autónomo, constructor de conocimiento y aprendizaje. Para la formación docente, la educación por competencias facilita la promoción de diversos contextos de aprendizaje, teniendo en cuenta que el hacer debe fundamentarse en el conocimiento y en el actuar coherente.

Los docentes deben contar con una formación básica de primer orden y constantemente deben participar de procesos de actualización que esté diseñada paralelamente a proceso de rápida evolución de la ciencia y la tecnología.

Zabalza (2007), de esa idea se origina el que se hable tanto de la profesionalización de la docencia, la actualización docente y de la acreditación como formadores, buscando replantear esta actividad no sólo en cuestiones académicas y disciplinarias, sino basándose en el desarrollo del enfoque de las competencias docentes para retomar la docencia como una actividad profesional…

Por lo mismo las reformas educativas buscan en su gran mayoría cambiar el paradigma o modelo educativo y las competencias constituyen un punto de partida importante, agregado a esto la formación del docente es clave puesto que si ellos cuentan con las competencias necesarias seguramente su desempeño será el esperado.

Bravslavsky (2002), plantea la necesidad de reinventar la profesión considerando que la sola  demanda de profesionalización no era suficiente para transformar a fondo la actividad docente. Afirma que habría que construir un nuevo campo de profesiones con nuevos significados, revisiones y reconceptualizaciones. Éste es el cambio fundamental que hará posible lidiar con los cambios estructurales que hoy enfrentan los docentes, porque son muchos y porque tienen muchos perfiles diferenciados.

Está claro que lograr el desarrollo de las competencias en los docentes no puede ser posible en la forma caduca como se realiza el proceso actual, por lo que quienes forman docentes deben hacer transformaciones de base que permitan un permanente y dinámico proceso de aprendizaje el cual se base en un nuevo paradigma que busque la formación integral, que propugne por una forma distinta de desarrollar aprendizajes y que persiga desarrollar competencias para la vida y el trabajo seguramente permitirá mayores logros.

En el mundo la formación inicial de los profesores varia de tres (3) a ocho (8) años. Y en la gran mayoría de los casos la formación es de nivel universitario, pocos son los países como el nuestro cuya formación inicial está ubicada en el nivel medio.

Esta tendencia mundial, según Vaillant (2005) se visualiza también en América Latina donde se ha desarrollado, a lo largo de las últimas dos décadas, un aumento de los años de escolaridad requeridos para obtener el título docente y en algunos países el surgimiento de algunas áreas de preparación en común para maestros y profesores.

Es necesario concluir que la formación de docentes en el marco de las competencias y un nuevo paradigma educativo busca que nuestras sociedades tengan un mejor futuro, que los sujetos del proceso educativo participen de procesos novedosos, pertinentes y solidarios.

 

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